El color como elemento de preservación
Miércoles, 01 de Febrero de 2012 21:16
Con la evolución y penetración del mundo de la imagen digital en nuestro entorno profesional, la preocupación por los megapixels, la claridad o el look de una determinada imagen, son casi en esencia, los condicionantes que van a determinar si una imagen digital es o no correcta.
En un ámbito artístico o estético, es poco probable que en el observador surja alguna inquietud más. Sin embargo cuando nos desplazamos a una aplicación de esta misma imagen digital a los campos de la documentación, o digitalización de documentos, imágenes o artefactos, con una cierta relación con el patrimonio cultural o memoria histórica, nos encontramos con la imagen digital como herramienta, no sólo para la documentación, o mera digitalización, sino como medio para la preservación del patrimonio.
Por tanto, cuando nos enfrentamos a este tipo de tareas, con una cierta responsabilidad, es probable que nos debiese asaltar una nueva inquietud:
¿Cuál es el grado de fidelidad con el que estoy plasmando la realidad en una imagen digital?
Y esta es precisamente una cuestión, que se aborda muy poco a la hora de, por ejemplo digitalizar archivos históricos de imágenes, películas, obras de arte, elementos arqueológicos, etc.
La realidad es, que si estamos digitalizando ciertos entornos, ya sea con el fin de preservar una determinada información visual o como un mero medio de difusión o documentación, debería existir una preocupación por, al igual que en otros ámbitos de la conservación de Bienes Culturales, el respeto hacia el original.
De lo contrario, nuestro legado digital, o nuestro futuro patrimonio digital, no será más que una aproximación a unos originales, que probablemente hayan quedado inaccesibles o degradados por el paso del tiempo.
Y es precisamente en este punto, donde la reproducción del color y su gestión juegan un papel tan importante como relegado a todo tipo de interpretaciones subjetivas y estéticas.
La gestión del color, no es crear bodegones absurdos con nuestras cartas de color, ni la posibilidad de crear imágenes con viveza y niveles de saturación impensables. La gestión de color, pretende, ni más ni menos que buscar la constancia del color a través de nuestro flujo de trabajo: desde la realidad hasta la impresora o nuestro archivo digital.
Actualmente no esta muy claro como se conservará nuestro patrimonio digital, las lagunas entorno a la estabilidad de los soportes son grandes, y a priori parecen difíciles de superar. Tampoco disponemos de una resolución o latitud en los soportes digitales equiparable a los soportes fotoquímicos, sin embargo la imagen digital si nos aporta herramientas para capturar la realidad de una forma extraordinariamente fiel, y transmitirla a generaciones futuras de forma particularmente precisa.
Mientras muchos profesionales rehusan del mundo digital y otros buscan entender la imagen digital desde el punto de vista de los procesos fotoquímicos o analógicos, centenares de proyectos de digitalización de documentos o imágenes salen a delante sin demasiado control de calidad, perspectiva de preservación o criterios de respeto a los originales: desafortunadamente un esfuerzo tan grande como impreciso.
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